A las 12:00 h mi cordada ya está en marcha según lo acordado. Raúl, nuestro guía, abre la marcha. Caminamos sobre lava volcánica por un camino en zig-zag que nos hace ganar altura fácilmente. Primero la noche está estrellada pudiendo, incluso, distinguir las luces de la ciudad de Quito, luego se torna oscura y una fuerte ventisca nos va envolviendo. A unos 5000 metros comienza el glaciar del Cotopatxi. En este punto hay que colocarse los crampones y encordarse. Aquí me quedo, más arriba el tiempo será aún peor y ahora tengo la oportunidad de bajar sin fastidiar a nadie. Esperamos que lleguen otras cordadas. Pepe continua y yo bajo con Javichu y Raúl. ¡Ánimo chicos, mucha suerte! Cuando llegamos al refugio los tres nos tomamos un té a la luz de los frontales en el desierto comedor. Momento mágico de camaradería.
Me acuesto y consigo dormir. Sobre las cinco llega el primer Geco que se ha dado la vuelta a 5300, parece que el vendaval ha ido a más. El resto no han querido renunciar a la gran montaña. Me vuelvo a dormir, despertando al amanecer con la luz. Irrumpe en la habitación otro Geco, aunque más bien diría que frente a frente con el Yeti, pues él y su mochila están cubiertos de hielo. Anuncia que a 5.600 era el tiempo era infernal. Duermo otra vez.
A las 9:00 h llega la primera cordada que ha conseguido hacer cumbre, Miguel, Felipe y Pancho, la capa de hielo que presentan es alucinante.
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Miguel y Felipe llegando del Cotopatxi |
Una hora más tarde aparecen la cordada de Patri, María y Julio junto con la de Ana, Dani y Sergio. ¡La cordada de las chicas ha triunfado, por si alguien todavía lo dudaba! Todos están extenuados, pero sus ojos brillan. La cumbre se ha cotizado muy cara, parecía que nunca iban a llegar, tras un resalte aparecía otro, la ventisca se volvió intratable, la temperatura hizo que quedasen cubiertos de una capa de hielo considerable y que sólo pudiesen beber té de los termos pues el agua estaba congelada. La bajada tampoco había sido fácil, el viento soplaba muy fuerte haciendo que se cayeran a cada paso y el cansancio acumulado en la subida se acusaba. Ahora ya nada de todo eso les importaba habían hecho cumbre en el Cotopaxi a 5.897 m.
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María, Ana, Dani y Patri a su llegada al refugio |
Todavía quedaban tres cordadas en la montaña. A las 11:30 aparecen otras dos Juanjo e Inés con Oso y Pakitu y Pepe que vienen con el Águila.
Hasta la 13:00 no llegan los tres mosqueteros, en el refugio ya se palpa la preocupación en el ambiente. Un rato antes habían salido a buscarlos Pancho y Raúl. La montaña por la mañana se torna peligrosa ..., al poco les vemos aparecer, ahora sí: ¡los Gecos habían conquistado a Cuello de Luna!
Días después pude comprobar en imágenes la crudeza con la que el volcán perfecto había tratado a este modesto grupo de montañeros llegados de allende los mares. Sin lugar a dudas las pocas instantáneas que pudieron obtenerse antes de que las cámaras hablan por sí mismas ...
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Foto de Miguel |
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Foto de Patricia
CUMBRE COTOPATXI
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Colocamos todo nuestro equipo en la mochila para deshacer el camino de ceniza volcánica y llegar al parqueadero. Allí nos encontramos con Jacinto y, guardando un distancia prudencial, nos observa un zorro andino.
Todos al carro y en un minuto a dormir como bebes. La comida de hoy será en marcha, comida basura, paramos en una hamburguesería de nombre GUS a mitad de camino y nos comemos los manjares en el carro.
Finalmente llegamos a Baños, lugar de residencia de nuestro guía y su familia, para hospedarnos en "La Chimenea". Desde que conocimos a Rodrigo nos vendió las virtudes del su pueblo natal y en honor a la verdad no nos defrauda.
La cena de hoy será en su restaurante de nombre Mercedes donde nos reciben con una sangría que da paso a una sopa de aguacate, pollo relleno rebozado con patata rebozada con queso y ensalada natural. El café lo acompañamos con bizcocho y para finalizar nos sorprenden con piña colada y saltamontes, aunque hay quien sigue fiel a su cerveza ...
Los parpados se nos caen, imposible mantener los ojos abiertos. El día ha sido muy intenso, así que todos convenimos irnos a dormir.