23 septiembre 2012

En busca del Fin del mundo


Finis Terrae
, el confín del mundo conocido, el perfecto altar para el Sol en un rincón de atmósfera mística.


La crisis y los vaticinios de los modernos brujos señalan la cercanía del fin del mundo. Cuantificar, fijar lindes y límites siempre ha sido una obsesión del hombre, un empeño casi tan grande como el del egocentrismo de nuestra raza.  Ya Aristóteles impuso el método deductivo, aquel que obtenía conclusiones a partir del razonamiento de la mente humana partiendo de axiomas considerados irrefutables y alejándose de toda observación experimental de la Naturaleza. Así estableció el centro del Universo en la Tierra, como no podía ser de otro modo, y limitó los confines del Cosmos a  través de la bóveda de las estrellas fijas.

Los antiguos griegos no dudaban que la Tierra fuera redonda dado que las posiciones en el cielo del Sol, la Luna y el resto de los cuerpos celestes variaban dependiendo de la latitud. Además, la esfera era considerada como la forma más perfecta existente ¿cómo no iba a tener nuestra Tierra semejante condición si el Sol y la Luna la presentaban?. Eratóstenes de Cirene incluso llegó a predecir, de una forma asombrosamente precisa, su tamaño aplicando sencillas reglas de trigonometría  y conociendo el hecho de que en la actual Assuán una estaca clavada verticalmente no proyectaba sombra en el mediodía del solsticio de verano cuando ésto no sucedía en Alejandría. Después Roma y la sombra de la Edad Media ...

Finisterre, el falso punto más occidental de la península, allí fijo la meta en esta nueva aventura. Una peregrinación en busca de mis propios límites sobre la bici, un camino para recorrer junto a uno de los grandes guías de mi vida, una travesía de altibajos y de decisiones imposibles a semejanza de la vida misma ...