15 octubre 2011

9 agosto 2010 . Illinizas Norte ¡Por fin Inti!

A las 5 nos levantamos. Todo ha quedado preparado de ayer. Desayuno café con leche, bollos, mantequilla y mermelada. Los termos ya están listos llenos con té.


Nuestro dopaje particular
Fuera nos esperan vehículos 4x4. Comparto la parte trasera de uno de los vehículos con Paco. A pesar de lo temprano que es y de los impresionantes socavones que tiene el camino no paramos de reírnos en todo el desplazamiento.

A 3900 m nos bajamos del coche, son las 7:00 h. Aquí comenzamos a caminar. Primero el camino es tendido, a pesar de esto no sé qué me pasa, pero me quedo rezagada, siento que los gemelos me flaquean. Como se dice en el argot ciclista voy haciendo la goma, estoy por quedarme amatojada tomando el sol ... El día está totalmente despejado y con una mirada atrás divisamos el Corazón, un pico precioso que no está dentro de nuestro programa.


Illinizas al fondo


El Corazón
Se hace una parada justo antes de que comencemos la dura pendiente y Rodrigo pone a Oso al frente del grupo. Despacio, pero sin pausa. Me voy sintiendo mejor. Pepe e Inés han quitado peso de mi mochila: agua y comida respectivamente. A mitad de ladera se hace otra parada, como un plátano y bebo té con limón que me ofrece María. El cuerpo va respondiendo.



A partir de este punto Juanjo se pone delante de mí. Vamos a pasín y poco a poco, sin prisa, pero sin pausa vamos ganamos altura. A 200 metros de la cumbre y resguardados detrás de una gran piedra comprobamos que el camino que nos resta. Toca utilizar las manos.


Llegamos a un punto donde los guías nos indican que podemos dejar las mochilas en las rocas existe nieve enganchada. El camino es precioso.






Últimas trepadas y arriba ya se oyen gritos. El primer grupo ya ha hecho cumbre. Llegamos a 5 metros de la cima y nos detenemos, tenemos que esperar que bajen los primeros, la cumbre es muy pequeña y no cabemos todos en ella. Ya nos toca. ¡Hemos llegado! Se desbordan las emociones, a todos se nos llenan los ojos de agua ¡Qué gran día! Hemos subido los 17 y, por fin,  Inti ha aparecido para presidir nuestro primer cinco mil.


Illinizas Norte 5126 m
Frente a nosotros y con su cima tapada por la niebla se encuentra el gemelo del pico en el que nos encontramos: el Illinizas Sur


Deshacemos el camino andado hasta llegar a la piedra a unos 200 de la cumbre. Nos detenemos a comer ¡hoy todo nos sabe bien! Las emociones son tantas que hasta hay quien  se arranca a entonar encaramado a una piedra:


No madrugaría tanto - si el sol fuera jornalero
No madrugaría tanto, que andaría más ligero...



Disfrutando del momento
A partir de aquí la bajada es tranquila, existe una zona de tierra fina donde podemos correr igual que los pedreros de Picos. Justo enfrente, majestuoso, tenemos el Cotopatxi, nuestro próximo objetivo, eso sí, en todo el día no hemos podido verlo sin el sombrero de nubes en su cumbre que ya empieza a ser característico.


Cotopatxi
Cuando llegamos al parqueadero ya nos esperan los 4x4. Además de nosotros andan por la zona nuestros conocidos franceses. En mi vehículo bajamos Patri, Inés, el Águila y Oso más dos señoras francesas que han aprovechado la situación para recortar su excursión.

Ya en el Chaupi nos dejan utilizar las duchas y antes de irnos nos sirven el almuerzo: sopa de acelgas, pollo con patatas, lechuga y aguacate.  Definitivamente está siendo un día excepcional. 


Vladimir, adiós. Adios, Salomé. Adiós a La Llovizna. ¡Nunca os olvidaremos!

De vuelta a la Panamericana, de fondo el Cotopatxi. En el bus no se pierde el tiempo, los crampones de Paco ya tienen antiboot antes de llegar a la Quinta Colorá.


La Quinta Colorá
Distribución de habitaciones. Todas están dotadas de chimenea con un fuego precioso. A las ocho a cenar con canelazo incluido. Pequeña tertulia y a domir.

13 octubre 2011

8 agosto 2010 - Hacia el Sur

Son las 8:30 h ¡Qué sueño! ¡No quiero levantarme! Esto de dormir en sábanas y de un tirón no está siendo muy usual en Ecuador. Recogemos las últimas cosas y tomamos el típico desayuno del hotel San Francisco. Tenemos cinco minutos para lavarnos los dientes antes de que llegue nuestro guía, puntual como un reloj suizo a las 10:00 h  ya nos está esperando.

Hoy estrenamos conductor. Se llama Jacinto. Emilio también está en el bus, pero tenemos que despedirnos. ¡Hasta siempre amigo!

Despedida Emilio
Nos dirigimos al Cerro Loma que se encuentra a una altitud de 4050 m. Hoy no hará falta sufrir, la subida la realizaremos en teleférico. Cuando llegamos al punto desde el que parten los huevos comprobamos que es uno de los puntos turísticos de la ciudad y que está lleno de gente. ¡Menuda cola! Rodrigo guarda un as en la manga y nos sorprende comprando el ticket express gracias al cual conseguimos avanzar por una fila especial con gran rapidez. Las cabinas son de seis personas y poco a poco todos vamos subiendo.



Cuando llegamos a arriba nos apeamos en un edificio que cuenta con alguna tienda y cafeterías enfocadas a los turistas. Fuera se está celebrando una competición de descenso en mountain-bike y observamos curiosos a los intrépidos participantes.
Por un camino perfectamente preparado para turistas llegamos a un mirador obtenido una vistas de la ciudad impresionantes: Quito se muestra inmensa bajo nosotros.


Quito desde el Cerro Loma
Mientras esperamos a quien se ha decido por acercarse un poco más al Rucu Pichincha, volcán de 4784 m que corona los cielos  quiteños, nos decidimos por un pequeño bar justo al lado del cable. Por fin un café ¡cuánto lo estoy echando de menos!


Rucu Pichincha
Tras deleitarnos con la música andina en un puesto callejero volvemos a Quito a tomar una super comida en un restaurante tipo buffet.

Ya en el bus nuestro rumbo ahora es Sur, a la conquista de la otra mitad del país donde se encuentran los grandes colosos. Otra vez nos enfrentamos al tráfico caótico y descontrolado de la Panamericana. Nos tropezamos con un accidente en el que están envueltos dos camiones … es lo mínimo que puede suceder con la conducción que estamos viendo. 

¡Ahí está! A través de las ventanillas podemos ver el Cotopatxi, su cráter está tapado por las nubes, es grandísimo ¡menudo montañón!

En los asientos contiguos están Juanjo e Inés en su taller particular. Cinta americana en una mano y crampones en la otra. Con gran paciencia los recubren para colocarles un antiboot casero. En Cayambe pudimos comprobar cómo la falta de este elemento provocaba la formación de un zueco de nieve muy peligroso.


Los artesanos
Al fin llegamos al Chaupi, aquí pasaremos la noche. En la puerta ya nos están esperando nuestros guías: Pancho, Oso y Sergio. Tras un duro forcejeo con el maletero del bus conseguimos abrirlo ¡no íbamos a librarnos de nuestros petates tan fácilmente!


Entramos en La Llovizna, así se llama el alojamiento. Me encanta. Nos asignan una habitación grande y luminosa. En el comedor, una chimenea encendida transmite a toda la estancia un ambiente muy especial.


Comedor de la La Llovizana
El rato antes de cenar nos entretenemos escribiendo, leyendo y viendo la tele. En un lado del edificio hay una sala con una mesa de ping-pong la competición está servida.

Todos al salón, hay charla de Rodrigo. Mañana el objetivo es el Illinizas Norte, pudiera ser nuestro primer cinco mil. Los Illinizas, Norte y Sur, son dos picos separados por un gran collado. Oso sostiene un cartel con una foto de los mismos, tienen muy buena pinta. Para la ascensión al Norte existen dos posibilidades. Por un lado la ruta integral que consiste en alcanzar el refugio de nombre Nuevos Horizontes a 4600m y después a través del Paso de la Muerte a la cumbre del Illinizas Norte. Por este camino es necesario llevar material. La segunda opción es realizar la ruta normal en la que es necesario trepar en los últimos metros, pero sin la ayuda de material. Se escoge realizar la ruta normal.


A cenar. Sopa, chuleta con arroz y menestra. Al final la menestra eran lentejas. Preparación de mochila y a la cama.

04 octubre 2011

7 agosto 2010 - Sobre el glaciar

Nos vamos, son las 12:15 h. Ha habido un cambio de cordadas, Oso irá con la de Juanjo y Raúl con la de Pepe. A la salida del refugio nos encontramos una noche estrellada, la cosa empieza bien. Comenzamos a subir. El camino es nuevo para mí, pero es el mismo por el que ha subido el resto la mañana anterior, es bastante pendiente, pero el sendero está muy marcado. Pepe se para, quiere regresar, aún está muy débil y siente que las fuerzas le flaquean. Raúl lo acompañará hasta el refugio y allí están Javichu y Serbal. Yo sigo adelante.

Hemos tenido que colocarnos los crampones, normalmente son innecesarios en esta zona, pero el tiempo está cambiando radicalmente las condiciones de la montaña. Sigue el avance a la luz de los frontales. Duras cuestas, una pequeña bajada y nos detenemos. A partir de este punto comienza el glaciar y  hay que encordarse. Yo estoy sin guía, Raúl todavía no ha llegado. Las diferentes cordadas van saliendo siguiendo instrucciones del Águila. A lo lejos ya he visto la luz de un frontal acercándose.

Cuando Raúl llega a mi lado todo el mundo ha comenzado la ascensión. Le sujeto los guantes mientras nos encordamos. Comenzamos a conectar. Empezamos a caminar muy retrasados de los otros. Vemos luces a cierta distancia de nosotros. Paso lento, pero sin pausa. Raúl me pregunta “Elena, ¿cómo vas?”. Bien, bien, voy bien, la motivación siempre es una energía adicional y esencial. Comienza a nevar intensamente y sigo tras los pasos de Raúl. A lo lejos lio de frontales. Nos detenemos para compartir un poco de té, con las prisas del “desayuno” no le he puesto vaso al termo … Una cordada baja, son  Carlinos y Marino junto con Juan Carlos, se han encontrado mal, la altura no nos está dando tregua ... Nosotros dos proseguimos. Al rato los frontales caminan en sentido contrario a nosotros, todos se dan la vuelta, es una decisión de los  guías. Cuando nos cruzamos también cambiamos nuestro rumbo. Durante la bajada Raúl me indica que yo vaya delante.
Llegamos a la zona donde podemos desencordarnos. Parece que la cordada de Marino y Carlinos ha tomado una dirección errónea, ahora ya vienen hacia nosotros. Los esperamos bebiendo té y haciendo fotos del momento. Estoy radiante, me he sentido bien en la subida.

Raúl y Camparina



                     
Los chicos
Las chicas
Cuando llegan  Marino está encordado y así bajará todo el camino. Un momento de confusión, parece que los guías no saben por dónde tenemos que bajar.  Les ofrecemos el GPS donde tenemos el track de la subida, pero no les interesa. Las nuevas tecnologías no han llegado aquí todavía, creo que más por mentalidad que por un tema económico. Encuentran fácilmente el camino. Llega un punto donde deciden montar un rapel usando un nudo dinámico al mosquetón. Pocos minutos después estamos en el refugio.


El material se queda en el comedor, está pingando. Nosotros al saco. Son las cinco de la mañana. Duermo un rato, aproximadamente una hora y me despierto con mal cuerpo y mucho frío. Tengo que sentarme, en esta posición el malestar disminuye. Todos duermen. Odio esta situación que tanto se está repitiendo durante este viaje. Mi salvación, Paco se levanta y yo con él.
Bajamos al comedor donde están los guías. A pesar del tiempo criminal que tenemos y debido a eso de que la percepción del mundo es debido al cristal de las gafas que tengamos Paco decide que ha visto un tiempo excepcional para subir al Cayambe y así se lo hace saber a los guías. No había porqué darse la vuelta, nos acojonamos por nada ...


A las 10:00 h llegas el pick-up que hemos contratados para que nos baje los petates. Hay otro para los guías, Carlinos aún no ha superado el malestar y baja con ellos. El resto vamos caminando. Primero entre la ventisca, después el tiempo va mejorando y al perder la altura desaparece la nieve. Reencuentro con Emilio, no sabe lo que nos alegramos de volver a verlo. Los días vividos en el refugio han sido muy duros, la altura no ha perdonado.


Bajada de Cayambe
Nos dan la opción de usar el pick-up. Patri, Toño y yo la aceptamos gustosamente. La experiencia de subida en el bus no ha sido nada agradable. El chófer es un hombre de mediana edad y muy parlanchín. Atravesamos el paralelo cero. Durante el camino recogemos gente que se acomodan en la parte de atrás del vehículo que es descubierta. Primero dos niños y luego a una familia entera. Nos damos cuenta que es un taxi ya que cuando los pasajeros se bajan pagan la carrera.


Cruce de carros durante la bajada de Cayambe
Entramos en Cayambe a almorzar, lo que podemos ver fuera del autobús no nos gusta. Llevamos dos días encerrados en un refugio a  base de Neubrofen y Fortasec. Hoy queremos comer bien y en un sitio limpio. Rodrigo capta el mensaje y decide comer en ruta antes de llegar a Quito.  El restaurante se llama “El Típico Locro” donde nos encontramos un cartel con instrucciones muy precisas en el aseo.



Al fin, tras otro rato de autobús, de nuevo, en el Hotel San Francisco de Quito. El Águila se despide de nosotros hasta la mañana siguiente. Esta vez duermo en la habitación 11 que está situada en el patio principal, en las habitaciones contiguas están otros Gecos. Ducha, pequeña colada y salimos a dar una vuelta. La ciudad está muy animada, se celebra el Bicentenario de la Independencia y para festejarlo en cada plaza existe un escenario. Aprovechamos este rato de ocio antes de la cena para aprovisionarnos, sobre todo, de medicinas antidiarreicas mientras deambulamos por el centro.
La cena es el restaurante del hotel. Lo esperado: malísima. El tamal de maíz, plato de pollo y mouse de limón con merengue no gusta.


Volvemos a la calle con la intención de re-cenar en la Ronda un trozo de pizza. Hay un gran ambiente, llamándonos especialmente la atención un local donde está cantando un cantautor al que las chicas le hacemos los coros desde la puerta. Nos vamos, los paisanos no quieren entrar allí ¿Por qué será? Volvemos a la plaza San Francisco, allí sobre el escenario un grupo argentino. No es lo mismo. No conocemos ninguna canción ...


Otra vez estamos en la cabecera de la Ronda,  justo enfrente de otro escenario, la música es más movida que la anterior, pero tampoco nos termina de convencer.


Noche en Quito
Ronda abajo, gente a reventar y nos decidimos por el garito de nombre “La Leyenda”. Dentro está Charlie, el cantautor que ya conocíamos de antes. Al final el criterio de las chicas triunfa. El local es muy pequeño y todas las mesas están llenas, parece que no tendremos suerte. El dueño quiere vender y, de repente, perplejos, vemos como levanta a parte de los clientes para recolocarlos en otras mesas. Ya está, en un periquete ha dispuesto dos mesas para el grupo de españoles. Nos recibe con un discurso de bienvenida en clave de confraternización entre los dos países en este día festivo y nos “invita” a tomar un cóctel de nombre cucaracha. Picamos como pininos y aceptamos. 


El cóctel es cuestión es alcohol puro quemado, muy llamativo al servirlo a media luz y con la llama aún activa.


Tomando cucarachas
Charlie, quien terminará la noche con el apellido del "El moñas" arranca con el Caminante no hay camino de Serrat, seguido del clásico de Sabina, Princesa. Un público enloquecido corea todos sus acordes. Las cucarachas van cayendo y nos decantamos por una ronda de cervezas, al final en estas lides siempre es mejor irse a lo tradicional.


Poco a poco la locura se va desatando. En la mesa de enfrente un grupo de colombianos, entre ellos una chica que hace gala de la famosa belleza de las mujeres de este país. Charlie sigue deleitándonos con su música, intercalando éxitos sudamericanos con temas clásicos y conocidos por nosotros como Así estoy yo sin ti de Sabina o La quiero a morir.
Suena el Breve espacio en que no estás de Pablo Milanés. Una de las guindas que hizo de esta velada uno de esos momentos perfectos con los que a veces te sorprende la vida y que siempre tienen como trasfondo el de estar en buena compañía.


Todavía quedan restos de humedad, 
sus olores llenan ya mi soledad,
en la cama su silueta se dibuja cual promesa
de llenar el breve espacio en que no está...
Todavía yo no sé si volverá, 
nadie sabe, al día siguiente, lo que hará.
Rompe todos mis esquemas, no confiesa ni una pena,
no me pide nada a cambio de lo que dá.
Suele ser violenta y tierna, 
no habla de uniones eternas,
mas se entrega cual si hubiera sólo un día para amar.
No comparte una reunión,
mas le gusta la canción que comprometa su pensar.
Todavía no pregunté «¿te quedarás?».
Temo mucho a la respuesta de un «jamás».
La prefiero compartida antes que vaciar mi vida,
no es perfecta 
mas se acerca a lo que yo simplemente soñé...



Las chicas colombianas piden insistentemente algo de Andrés Cepeda, entre nuestras filas se oyen otras solicitando Barón Rojo. Nuestras sugerencias no tiene éxito y Charlie se decide por Caballo de la sábana que algún Geco hasta se anima a bailar. A partir de aquí, la mesa más alegre de la noche quiteña, ya en pie, baila en un corro al que se le unen otros clientes de la La leyenda. 


Charlie Busto
Nos despedimos de Charlie previa compra de sus grandes éxitos y a la una llegamos a la hotel dispuestos a dormir como ya hace tiempo que no recordamos.