23 septiembre 2011

6 agosto 2010 - Cayambe


Me despierto a la seis, ya ha amanecido. Otra noche muy larga. Se me ha cortado la digestión y estoy hecha polvo. Todo el mundo ha visitado el baño, el baile de frontales ha sido constante, no entendemos el porqué, pero a todos se nos han acentuado nuestras ganas de mear con el incordio que suponía bajar dos pisos hasta el baño teniendo que salir del calor del saco al frío del húmedo del ambiente. La habitación es una nevera, no es de extrañar con las capas de hielo que hay en las ventanas, el tiempo ha sido infernal. Poco a poco todos vamos saliendo del saco.

El desayuno se compone de papaya, yogurt, queso, cereales y pan. Me tomo un té de coca, según las indicaciones de la etiqueta es antidiarreico y bueno para el mal de altura. Estoy por pedir una garrafa. Me conformo con llenar el termo. Fuera el tiempo no es bueno y aún está por decidir si habrá excursión.

Refugio de Cayambe
Rodrigo indica que vamos a salir. Son aproximadamente las 10:00 h. Todos se preparan a excepción de Javichu, Pepe y yo que no estamos finos. La altura está provocando dolores de cabeza desconocidos hasta este momento para alguno de los componentes masculinos del grupo, comenzando a comprender, de este modo, al género femenino. Nos despedimos y subimos al cuarto a descansar. Intentamos leer y hacer crucigramas pero nos adormecernos pronto ...

A la una sentimos voces, ya han vuelto. Se muestran satisfechos, no ha hecho tanto frío como esperaban y, a cambio, han podido ver de cerca el glaciar del Cayambe e incluso han realizado alguna práctica de autodetención. Serbal tiene mala cara, también está chungo, la altura nos sigue castigando.

Cayambe
Sobre las dos sirven una sopa de patata, pasta y zanahoria. Yo tomaré arroz, se retrasa, la cocción en altura es mucho más lenta porque tarda más el agua en hervir. Parte del personal se ha ido a descansar. Rodrigo está comunicativo y nos confiesa alguna de las cordadas.

La cena es a las cinco, tiene que ser energética y por ello toca pasta. Esta noche intentaremos un cinco mil. Los que no tenemos la barriga demasiado asentada a comer arroz. Se nos está quedando cara de chinos. A continuación Rodrigo toma la palabra para presentar a los guías, en total son ocho, uno por cada dos personas. Las cordadas quedan así:

  • Rafael “Chorongo”: Marino y Serbal
  • Julio: María y Patricia
  • Raúl: Felipe, Juanjo e Inés.
  • Sergio: Ana y Dani
  • Juan Carlos: Juanjo y Javichu. Sin tener mucho sentido nombran a esta cordada como “Los Juanes”
  • Pancho: Miguel y Carlinos al que Rodrigo insiste en llamar Carliño.
  • Hugo “Oso”: Pepe y Elena
  • Rodrigo “Águila”: Paco y Toño


Ya sabemos quién es nuestra pareja, así que a la cama. Consigo dormir. A las 23:00 h Rodrigo entra en la habitación y al grito de “Asturias” nos levantamos. La bandera de la tierrina, colgada de una viga, preside la estancia. Miguelín no falla en este aspecto. Javichu se queda y Serbal también, la altura está haciendo estragos.

A las once de la noche “desayunamos”. Pan, tés y cereales. Los termos están preparados llenos de mate de coca.


¡Comienza la función!

21 septiembre 2011

5 agosto 2010 - Los choleros


Duermo toda la noche del tirón, he vuelto a utilizar el saco sábana y la toalla del Decathlon, pues, sin querer, al acostarme descubrí el mundo que se escondía debajo de la cama. La lluvia también nos ha acompañado esta noche. Ya conocemos el excelente desayuno del Aya Uma. En esta ocasión no tiene el factor sorpresa, pero se disfruta lo mismo.

Hoy es nuestro día de descanso y está programada la visita a los mercados de Otavalo. Tiempo libre en el de Los Ponchos, nos vuelve a entrar la fiebre derrochadora: bufandas de alpaca, tapices, pulseras, carteras, láminas y como producto estrella los manteles … todos caemos en la tentación. Toño no cabe en sí de gozo, pero el resto le seguimos a la zaga.




Posteriormente al Mercado Tradicional Indígena que tantas ganas tengo de conocer. Está situado calle arriba, aproximadamente a dos cuadras. Comenzamos la visita por su exterior en la zona de la fruta y la verdura. El Águila compra uvas e insinúa ser el Dios Baco.



Entramos en la zona cubierta, carne de pollo y chancho dispuestos en los puestos sin ningún tipo de cámara frigorífica a la vista, flores de Ecuador, chocolate puro, elementos supersticiosos impregan al mercado un marcado "perfume".

Zona de superstición
Venta de pollos
Chancho

Teníamos previsto comer aquí, pero son las 12:00 h, estos horarios ecuatorianos nos matan, no son horas para almorzar y más después del desayuno que nos hemos metido. Convencemos a Rodrigo y accede a posponer el tema hasta llegar el pueblo de Cayambe, así que otra vez al carro.

En el bus se palpa la excitación que nos han provocado las compras, todos mostramos eufóricos las adquisiciones y, pronto, convertimos nuestros asientos en pequeños puestos ambulantes. En medio de esta agitación decidimos escuchar el disco comprado el día anterior, la música andina envuelve la cabina del bus, El Cóndor pasa como no podía de ser de otro modo. Al rato escuchamos nuestro gran descubrimiento musical, Los Choleros y su Déjenme Vivir la Vida. Toño siente la música en sus venas y baila desenfrenado en mitad del pasillo.




Ya en Cayambe almorzamos una rica sopa de acelgas y un plato de arroz, filete, huevos y ensalada. Podemos elegir el postre fruta o helado, éste último no tiene demasiada aceptación. Comparto mantel con Emilio quien nos confiesa que está encantado con el grupo, pues percibe el buen rollo que existe entre nosotros, podría contarnos mil historias de otros turistas ... ¡Qué razón tienes Emilio! Viajar de este modo es un auténtico lujo.

A la salida del restaurante nos presentan a dos nuevos guías: Pancho y Hugo "Oso" a quien su apodo hace honor. Todos juntos nos encaminamos al refugio del Nevado de Cayambe. El bus transita por una "caleya" empedrada. Las piedras del camino transmiten un traqueteo constante. Tras las ventanillas un paisaje de praos, paramos y alguna casa.



 Nuestro avance no es constante, pues en varias ocasiones hemos de detenernos a reparar la "carretera". Emilio está inquieto, teme por el vehículo ... 

Socavón en el camino
A una altura de 4300 m nos apeamos y comenzamos a caminar, eso sí, los petates viajan en pick-ups hasta el refugio. La subida es por una pista muy cómoda, hay ventisca y conforme ganamos altura la nieve hace su aparición junto con la niebla. Miguel ha decido cerrar el grupo y cuidarnos. A una altura de 4600 m nos encontramos con el Refugio de Cayambe en el que sólo pernoctaremos nosotros.

Refugio de Cayambe
Petates al hombro hasta la habitación que se encuentra en el segundo piso. En la estancia se siembra el caos: lío de colchones, excitación, fotos ... Una vez que hemos conseguido acomodarnos bajamos al comedor donde comienza nuestro tratamiento a base de mate de coca. Yo lo aderezo con miel, está muy bueno.

Llega el momento del reparto de material para lo que hemos decido no cruzar el charco con el nuestro. Nos prestan unos crampones semiautomáticos americanos, marca Lucky, junto con un piolet y un arnés que sólo se ajusta por un lado. Aprovecho para ajustar los crampones a las botas con la ayuda de Rodrigo, este es el momento y no cuando estemos sobre el glaciar.

¿Nuestro material de montaña? ;)
Rodrigo es hoy nuestro cocinero y su menú se compone de una sopa de champiñones, pollo con una guarnición de zanahoria, palmito, patata y fréjoles. Descubrimos la capacidad culinaria de nuestro guía.

Tras una charla de Rodrigo para clarificar ciertos aspectos del programa nos acostamos.

18 septiembre 2011

4 agosto 2010 - Taita Imbabura

A las seis llama Rodrigo. No ha llovido durante la noche, así que nos vamos al volcán Taita Imbabura. Parece que no hay bajas en nuestras filas y que todos lo intentaremos. Hemos dormido genial, no era de extrañar con el cansancio que arrastrábamos del día anterior. El único sonido que hemos sentido durante la noche es el canto del gallo a las tres de la madrugada.

Esperamos con impaciencia el desayuno, alguien ha dicho que hay frixuelos. Desilusión, los crepes han sido para los franceses que ya nos encontramos en Cuicocha, nosotros nos conformamos con pan, mantequilla, mermelada y un energético zumo de plátano. Mama Aida nos cuida, especialmente a Inés que aún no tiene la barriga asentada y come arroz con jugo de mora siguiendo sus instrucciones.

Todos los bártulos a la habitación de Patri, hoy no dormiremos aquí y necesitan hacer las habitaciones. Mama Aida disfruta con su negocio, se nota, lleva más de treinta años acogiendo a turistas, desde la época hippie. Como muestra nos enseña con orgullo los diferentes libros de visita con los que ya cuenta.

Con Mama Aida en la Esperanza
Al carro. Hoy nos acompaña Jose “El Puma”. Es el nieto de Mama Aida y será nuestro guía de apoyo para la ascensión del día de hoy. Por otra caleya empedrada alcanzamos una altura de unos 3.300 metros donde comenzará nuestra excursión a pie.


José "El Puma" nuestro guía al Imbabura


La subida se inicia por un sendero marcado. Delante de mi están Carlinos, Miguel y Paco, yo lidero el resto del grupo, no por ritmo, sino por lo estrecho del camino que impide que me adelanten. Le voy ganando terreno a Paco, algo le pasa.  Nos adentramos en un prau con hierba alta, la inclinación es muy grande. Paco no se siente bien, le están dando mareos y decide quedarse. Hoy son más de 1000 metros de desnivel y aún estamos al inicio. Durante el camino hemos encontrado chicos que bajan, más arriba divisamos más gente, las laderas del volcán se encuentran muy concurridas.










Una vez superada la dura cuesta llegamos al Mirador del Pajonal que está indicado por un gran cartel. Llego de con los últimos para no perder las buenas costumbres y veo como todos se están abrigando, se está poniendo frío.


Mirador del Pajonal
Comemos algo y proseguimos ya por la ladera de la montaña.  Entra la niebla. Pasamos a un grupo de chicos jóvenes ingleses capitaneados por un guía con rasgos indios que luce un buff del atlético de Bilbao. Es Raúl. Muy pronto nos volveremos a encontrar.

Atravesamos un collao donde sopla bastante aire, todavía queda bastante. Pasamos por un paraje llamado el Bosque de Polylepis (4.260 m), luego por el Bosque Encantado a 4.288 m hasta llegar a un punto donde debemos dejar los bastones, llega la hora de trepar.


Trepada hacia la cumbre
Se nota la altitud a cada paso que doy, la cabeza también se resiente. Rodrigo indica que progresemos pausadamente. Subimos hasta dos precumbres antes de llegar a nuestro objetivo. El GPS indica que nos encontramos a una altitud de 4.560 m.


Taita Imbabura
La cumbre está repleta de gente, un grupo de chicos de Otavalo acompañados por guías de la cruz roja. Contrastan sus playeros y vestimenta con nuestros equipos. Son novatos y están encantados con su hazaña. La parte más dura del viaje se ha superado, a partir de ahora a disfrutar y ahora toca celebrar la cumbre con los besos, abrazos y fotos de rigor. 
Juanjo escribe en un papel todos nuestros nombres y posteriormente lo quema, conjuro que nos garantizará buena suerte. ¿Cómo olvidarnos de Pako? En su honor entonamos eso de: “Esta cumbre es una puta mierda”.


El conxuro
Toca comer algo antes de acometer el descenso me decanto por una rosquilla que todavía me queda de Cuicocha, todo en el monte todo sabe mucho mejor. ¡Sopresón para Rodrigo!  Pepe saca jamón serrano.

Tras nuestra estancia en cumbre toca bajar, primero el destrepe que no presenta ningún problema y, posteriormente, una zona donde hay barro lo que hace la bajada muy incómoda, tanto es así que Rodrigo para a María cogiéndola de una pierna para evitar males mayores.

Detrepando

Cuando el terreno es más propicio me animo a cantar, estamos contentos, abajo podemos ver en la llanura la ciudad de Ibarra.

Ibarra desde las laderas del Imbabura
Llegamos al bus donde encontramos a Pako perfectamente recuperado y rumbo a la Esperanza donde conocemos "al gorila", otro guía de montaña y hermano de Rodrigo. Fotos de despedida y con tristeza dejamos a la gran familia de Mama Aida, de buen agrado hubiéramos compartido con ellos una noche más.

La gran familia de La Esperanza
Antes de dirigirnos, de nuevo, a Otavalo nos detenemos en el supermercado. Rodrigo tiene por delante la tarea de comprar provisiones para los días que pasaremos en el Refugio de Cayambe. Patri, Inés y yo le acompañamos, eso sí, sin voz, ni voto en todo el proceso mercantil. Otros Gecos no pierden el tiempo, tras realizar un somero cálculo, aquel de "más vale que sobre que no que falte" se surten de abundante cerveza para los días en altura. Rodrigo les indica que está prohibido transportar bebidas alcohólicas en el carro ... salvados por la campana, se trata de humor ecuatoriano.

Cenamos en Otavalo, en el restaurante Inti Huasi, la Casa del Sol. Sobre las mesas preciosas rosas naturales, por lo visto Ecuador es el primer productor mundial de estas flores. Nos ameniza la velada un flautista de música andina. Dani sucumbre y le compra un disco, en ese momento todavía no sabíamos que sería la banda sonora de nuestro viaje.

Inti Huasi

El menú es tomate relleno de aguacate, pollo, cerdo o pescado de río y como cierre un durazno, melocotón, con nata. Con la barriga llena llegamos al Aya Uma y nos vamos a dormir.

04 septiembre 2011

4 julio 2010 - Sueños truncados


2 de la mañana. María se levanta a comprobar el tiempo, está bueno, todos arriba. Nuestro objetivo de hoy es el Finserhorn.

Desayuno un batido de Cola-Cao y un trozo de bizcocho casero. He aprendido que al monte hay que llevar comida rica. Cometí el error en el pasado de controlar el peso en extremo y querer alimentarme a base de barritas energéticas y otras delicias similares.  Esta comida acaba aborreciéndose y el resultado es que acabas a medio alimentar y sin fuerzas.

Hay que encordarse, vamos a caminar sobre glaciar. Hacemos dos cordadas. En la mía: Dani, Juan y Pepe. En la otra María, Jose, Inés y Juanjo. Es la primera vez que me encuerdo y siento excitación por ello.

Montando las cordadas
Piolet en mano comenzamos la marcha. La nieve está asquerosa hundiéndonos a cada paso que damos. Vamos descendiendo por el glaciar. Delante de nosotros avistamos varias cordadas. Entra la niebla y vemos relámpagos.  Las cordadas que van por delante están dando la vuelta. Hemos descendido unos 100 m. Nos detenemos a deliberar. Pepe, Dani y yo volvemos. Juan se une al resto para seguir, simplemente por caminar un rato más, saben que el tiempo no dará tregua. A las seis de la mañana ya estamos, de nuevo, en el refugio y nos acostamos.

En el glaciar
Son las ocho. Llega Jose, está arrebatado, dice que habría sido mejor no salir y adelanta que mañana no irá al Jungfrau. Parece que la nieve y el tiempo han ido a peor. Se acuesta tapándose totalmente con el nórdico, acabose el nenu. En este momento Pepe y yo decidimos bajar a Grindelwald, no nos sentimos preparados para medirnos con La Doncella. Hacemos la mochila y nos despedimos del resto que están tomando algo caliente en el comedor. Nuestras caras deben hablar por nosotros.

Regresamos al Jungfraujoch por la pista de nieve del día anterior, me sienta bien el aire fresco. Hoy el panorama es totalmente diferente, con niebla y sin vistas. No obstante hay algo en el ambiente que lo hace muy agradable.

Jungfraujoch
La estación está llena de turistas, orientales para más señas. Un rápido paseo por la misma: restaurantes, cueva de hielo, terraza, miradores … Nos vamos, estamos cansados. El tren hoy luce banderas americanas, es cuatro de julio y le rinden este homenaje.

Ya en Grindelwald nos parece regresar de otro mundo. En el camping, ducha y ropa limpia, ¡placeres que da la vida!. El cambio de presión también ayuda a que nos sintamos mejor. Tengo un capricho, me apetece comer una bratwurst. En la calle principal encontramos donde nos sirven la salchicha acompañada de abundantes patatas. ¡Qué bien me siento!

Camping de Grindelwald
Tenemos toda la tarde por delante y bajamos a conocer Interlaken, ya dormiremos por la noche. Entramos por la calle principal, tiendas a ambos lados y bullicio de turistas. Aparcamos delante de gran hotel Victoria - Jungfrau justo al lado de un gran parque típicamente centroeuropeo. Caminamos la calle principal y alguna colindante. Nada de otro mundo. Lo más bonito es la zona donde hemos aparcado. Me decepciona el pueblo, esperaba más. Está claro que su fama se la da el enclave natural en el que se asienta.

De vuelta en el camping nos encontramos un par de chicos navarros con intención de hacer el Mönch y Jungfrau. Uno es, como diría Dani, un pro. Está haciendo todos los tres miles de Pirineos, guindilla pura.  El otro un pancho. Difícil vemos como se amoldarán allá arriba. De momento ha vencido el tranquilo y el primer día de aclimatación lo han hecho en el camping. Buenas noches, que tengáis suerte.

Ya en la tienda nos sentimos tristes, la montaña nos ha echado de su lado truncando nuestros sueños.

3 de julio 2010 - El Mönch: cara a cara con los gigantes

Desayunamos en el comedor del camping. En la tele un programa de gimnasia masculina capta mi atención, pues siempre ha sido un deporte que me ha apasionado. De repente cambia el escenario deportivo por un laboratorio. Tratan de explicar con ensayos físicos los diferentes movimientos de los deportistas. Jose flipa con semejante programación a estas horas tempranas y yo también. Siento envidia. Le pese a quien le pese culturalmente estamos a años luz, eso sí, seguro que aquí no disfrutan de Salsa Rosa.

El primer tren parte a las 7:17 h. Ataviados con ropa de alta montaña y "confortables" botas de plástico recorremos el camino a la estación de la parte baja de Grindelwald, Grund. De momento las mochilas viajan en la furgoneta de Juanjo hasta la estación, el resto de coches se quedan en el camping.

Ya en el tren nos rodean orientales, empleados de Jungfraujoch y algún montañero despistado. Nuestras mochilas enormes son un incordio general. Al final conseguimos acomodarnos. Ascendemos hasta el collado en el que se asienta la estación Klein Scheidegg. Nos apeamos para coger el tren rojo. Aquí las mochilas van en un compartimiento aparte, es de agradecer, ahora podremos hacer el viaje libres de carga. Por fin nos movemos hacia terreno desconocido, primera parada estación Eigergletscher. A través de la ventanilla Juanjo nos traza otra ruta al Mönch más dura que la normal y nos señala un refugio no guardado donde pasó noche hace unos años.



El tren se aboca a la negrura del largo túnel excavado bajo el Eiger y el Mönch. Sentados en cómodos asientos de moqueta roja miramos los documentales proyectados en modernos monitores sobre la gran obra de ingeniería que supuso la vía sobre la que nos desplazamos. La descabellada idea fue ideada a mediados del siglo XIX, pero hasta finales del mismo no se dio luz verde al proyecto. 9,3 km de túnel escavados con los medios de la época. Finalmente en el año 1912 fue abierta al público.

Nos detenemos, estamos en la estación Eigernordwand. Cinco minutos para pasear por la misma. Grandes ventanales, nos asomamos …. ¡estamos en mitad de la famosa cara norte del Eiger!. Por hacer un burdo símil es como si pudiésemos adentrarnos en el Picu  y a mitad de su cara oeste asomarnos. Siguiente parada, Eismeer, mar de hielo a nuestros pies. Última parada: Jungfraujoch. Aquí se acaba el billete. Fuera nos saluda la inmensidad del Glaciar Aletsch, el más largo de Alpes. Esta zona registra temperaturas muy frías lo que permite que los grandes glaciares aún tengan cabida. Juanjo, uno de nuestros expertos en la zona, nos señala el Aletschhorn en cuya cumbre ya dejaron huella sus botas. Es precioso.

Grosser Aletschgletscher desde el Jungfraujoch
Una pisanieves ha dejado una pista perfecta que nos conduce al Mönchhutte. Como siempre cierro el grupo, delante Jose parece un caracol transportando su experimento. Llegamos al refugio, hay prisa, se está haciendo tarde y amenaza tormenta. Según las informaciones que nos acaban de dar a las dos de la tarde. Rápidamente rehago la mochila y como algo, no quiero desfallecer. Otros optan por aceptar la bota de vino que nos ofrece un matrimonio español ¡eso sí que da fuerzas!

Repostando en el refugio del Mönch
En quince minutos desde el refugio estamos en la base del Mönch. Hemos venido a través de la nieve por un sendero perfectamente marcado. A partir de aquí roca. Hoy estreno las botas de plástico, prueba de fuego, por la nieve han ido perfectas, pero ahora no me fio de ellas en cuanto al agarre, son tan rígidas que no tengo sensibilidad en los pies. Progresamos lentamente, en algunos puntos la piedra está mojada y la pendiente obliga a utilizar las manos. Llegamos a un tramo de nieve, está paposa, seguimos sin crampones. Proseguimos. Dani y María encabezan el grupo, están ocultos detrás de un saliente de roca, les oigo gritar que hay que colocarse los pinchos. Miro a la izquierda: gran caída. A la derecha un buen sitio para descansar al abrigo de un muro de roca. Voy muy lenta, mezcla de mi ritmo habitual y de la altura que hace su efecto, estoy retrasando al resto y hoy no hay tiempo. Alpes no engaña y, aunque está totalmente despejado y hace un sol de justicia, la tormenta llegará. Decido quedarme en este punto a 3.700 m de altitud. El resto continua.

Encuentro una roca perfecta para sentarme y tomar el sol. Estoy fascinada por la amplitud del paisaje. El contraste del cielo azul con la nieve es alucinante. Mire donde mire estoy rodeada de gigantes y glaciares. Cierro los ojos embriagada por el ambiente ...

Imponente Aletschhorn (4.195 m)

Me muevo para acechar la arista que lleva a la cumbre, se ve gente que bajando ¿dónde estarán los Gecos? Baja una pareja, van encordados, me saludan al pasar. Poco después aparecen Juan y Pepe, se han dado la vuelta a 3.900 m, el tiempo se echaba encima y se sentían cansados. Jose, Dani, María, Juanjo e Inés continúan. Es medio día. Nosotros tres bajamos sin mayores complicaciones y ya en el refugio tomamos una merecida cerveza bajo un sol abrasador en la terraza.

Hidratando
A través del walkie llegan buenas noticas: cumbre en el Mönch - 4.107 m. El tiempo comienza a cambiar y la niebla va entrando. Estamos en contacto permanente con Dani, están bajando sin problemas. A las 16:00 h los vemos aparecer. Objetivo cumplido. Nos comentan que en la bajada han tenido que colocar cuerdas en un punto y que no ha sido demasiado fácil. Están radiantes.

Dani regresando del Mönch
Nuestro comedor es la entrada al refugio que también es utilizado para dejar los equipos de montaña. Así que cenamos entre botas, cuerdas y arneses rica pasta de cocción rápida.  Cada uno se dopa como puede o quiere para combatir el mal de altura. Yo soy fiel al Neobrufen. Nos vamos a la cama pronto que mañana “hay que madrugar”. La dulce Heidi, encargada del refugio, nos ha asignado una “very special room” sólo para nosotros ocho. La habitación está forrada de madera, tiene calefacción y ¡nórdicos!. Decididamente esto es otro mundo. Intentamos conciliar el suelo, sobre nosotros está el comedor, ruido de sillas constante y griterío, hay partido de Alemania del mundial. Comenzamos a comprender lo particular del dormitorio …