13 octubre 2011

8 agosto 2010 - Hacia el Sur

Son las 8:30 h ¡Qué sueño! ¡No quiero levantarme! Esto de dormir en sábanas y de un tirón no está siendo muy usual en Ecuador. Recogemos las últimas cosas y tomamos el típico desayuno del hotel San Francisco. Tenemos cinco minutos para lavarnos los dientes antes de que llegue nuestro guía, puntual como un reloj suizo a las 10:00 h  ya nos está esperando.

Hoy estrenamos conductor. Se llama Jacinto. Emilio también está en el bus, pero tenemos que despedirnos. ¡Hasta siempre amigo!

Despedida Emilio
Nos dirigimos al Cerro Loma que se encuentra a una altitud de 4050 m. Hoy no hará falta sufrir, la subida la realizaremos en teleférico. Cuando llegamos al punto desde el que parten los huevos comprobamos que es uno de los puntos turísticos de la ciudad y que está lleno de gente. ¡Menuda cola! Rodrigo guarda un as en la manga y nos sorprende comprando el ticket express gracias al cual conseguimos avanzar por una fila especial con gran rapidez. Las cabinas son de seis personas y poco a poco todos vamos subiendo.



Cuando llegamos a arriba nos apeamos en un edificio que cuenta con alguna tienda y cafeterías enfocadas a los turistas. Fuera se está celebrando una competición de descenso en mountain-bike y observamos curiosos a los intrépidos participantes.
Por un camino perfectamente preparado para turistas llegamos a un mirador obtenido una vistas de la ciudad impresionantes: Quito se muestra inmensa bajo nosotros.


Quito desde el Cerro Loma
Mientras esperamos a quien se ha decido por acercarse un poco más al Rucu Pichincha, volcán de 4784 m que corona los cielos  quiteños, nos decidimos por un pequeño bar justo al lado del cable. Por fin un café ¡cuánto lo estoy echando de menos!


Rucu Pichincha
Tras deleitarnos con la música andina en un puesto callejero volvemos a Quito a tomar una super comida en un restaurante tipo buffet.

Ya en el bus nuestro rumbo ahora es Sur, a la conquista de la otra mitad del país donde se encuentran los grandes colosos. Otra vez nos enfrentamos al tráfico caótico y descontrolado de la Panamericana. Nos tropezamos con un accidente en el que están envueltos dos camiones … es lo mínimo que puede suceder con la conducción que estamos viendo. 

¡Ahí está! A través de las ventanillas podemos ver el Cotopatxi, su cráter está tapado por las nubes, es grandísimo ¡menudo montañón!

En los asientos contiguos están Juanjo e Inés en su taller particular. Cinta americana en una mano y crampones en la otra. Con gran paciencia los recubren para colocarles un antiboot casero. En Cayambe pudimos comprobar cómo la falta de este elemento provocaba la formación de un zueco de nieve muy peligroso.


Los artesanos
Al fin llegamos al Chaupi, aquí pasaremos la noche. En la puerta ya nos están esperando nuestros guías: Pancho, Oso y Sergio. Tras un duro forcejeo con el maletero del bus conseguimos abrirlo ¡no íbamos a librarnos de nuestros petates tan fácilmente!


Entramos en La Llovizna, así se llama el alojamiento. Me encanta. Nos asignan una habitación grande y luminosa. En el comedor, una chimenea encendida transmite a toda la estancia un ambiente muy especial.


Comedor de la La Llovizana
El rato antes de cenar nos entretenemos escribiendo, leyendo y viendo la tele. En un lado del edificio hay una sala con una mesa de ping-pong la competición está servida.

Todos al salón, hay charla de Rodrigo. Mañana el objetivo es el Illinizas Norte, pudiera ser nuestro primer cinco mil. Los Illinizas, Norte y Sur, son dos picos separados por un gran collado. Oso sostiene un cartel con una foto de los mismos, tienen muy buena pinta. Para la ascensión al Norte existen dos posibilidades. Por un lado la ruta integral que consiste en alcanzar el refugio de nombre Nuevos Horizontes a 4600m y después a través del Paso de la Muerte a la cumbre del Illinizas Norte. Por este camino es necesario llevar material. La segunda opción es realizar la ruta normal en la que es necesario trepar en los últimos metros, pero sin la ayuda de material. Se escoge realizar la ruta normal.


A cenar. Sopa, chuleta con arroz y menestra. Al final la menestra eran lentejas. Preparación de mochila y a la cama.

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