31 julio 2012

21 de julio 2012: Colláu Zorru

Hay montañas que, por alguna razón, a pesar de entrar todos los años en la lista de aquellas a conquistar se muestran esquivas a dejarse querer. Mi historia de amor con el Colláu Zorru se remonta a mis, lejanos ya, tiempos de estudiante cuando subí por primera vez a mi favorito de la zona: el Recuencu. Aquel día todavía quedaban restos de nieve, pues el invierno estaba tocando a su fin, y así fue como durante el descenso trineando nos vimos la caras por primera vez. Arriba, los altaneros Picos y la perfección del Tiatordos, lo habían eclipsado totalmente.


Bajando del Recuencu (2001)
Diapo de Fran Berán
En la última década han sido diversas mis salidas por los cordales de Ponga. Un concejo de bosques, majadas y peñas de belleza turbadora, un lugar en el que perderse, el sitio perfecto para ese encuentro íntimo con la Naturaleza tantas veces buscado. En todas, el Colláu Zorruuna y otra vez, resistía altivo a mi visita.


Un día de calor sofocante partí de la Uña en su busca. Manuel Quintana tenía previsto un itinerario  precioso para poder conocerlo al fin. Paisaje típico de las montañas leonesas, sol y ese olor a verano tan característico. 


Pista desde la Uña
Caminamos por buena pista a nuestra derecha vemos la gran base del montañón que es el Picu Diez como alguien lo bautizó una vez, es decir, la gran mole de Peña Ten tras la que se atisba su  inseparable compañera Pileñes. 


Peña Ten
Cambiamos la pista por un sendero, en medio de praderías y bosques, caminando sin remedio hacia un halo blanco que amenaza con malograr mi ambicionado encuentro. En un sube y baja rompepiernas, cruzamos diversos collados y majadas en medio de la caprichosa niebla que, como nosotros, asciende y desciende en una danza tramposa e insolente, dándonos una de cal y otra de arena, haciendo totalmente impredecible qué nos tiene reservado en el picu.




Al acercarnos me doy cuenta que nuestro idilio seguirá siendo turbulento y a pesar de pisar su cumbre no me permitirá disfrutarla como se merece. En fin, ¡ye lo que hay, p´arriba! La visibilidad ahora ya es casi nula, ni un atisbo en el cielo que presagie algún cambio ... La pendiente es acusada, pero ganamos altura con facilidad. Al encarar la arista cimera sucede: conseguimos despojarnos, en parte, del halo blanco que nos atrapa.

Arista del Colláu Zorru
La cita, tantas veces pospuesta, no defrauda. Abajo un San Juan de Beleño que aparece minúsculo desde nuestra atalaya, en el horizonte se sospechan los perfiles del Maciédome, Tiatordos y el cercano Recuencu e, inesperadamente, ahí están ellos ...

Picos desde el Colláu Zorru
La bajada la encaramos hacia Beleño, primero por la desnuda montaña, después cada vez más tapados por la masa forestal hasta la collada de Les Caldes y, posteriormente, la gran pradería de Les Campes que siempre representa un oasis donde refrescarse con fresca agua. Sólo resta ese "buen camino carretero" que nos ha de llevar a la capital del concejo en la que existe una nueva piscina al aire libre, muy concurrida, para nadar bajo la protección del espectacular Tiatordos. Será un tópico, pero cierto, ¡Asturies paraíso natural!

Tiatordos

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