18 septiembre 2011

4 agosto 2010 - Taita Imbabura

A las seis llama Rodrigo. No ha llovido durante la noche, así que nos vamos al volcán Taita Imbabura. Parece que no hay bajas en nuestras filas y que todos lo intentaremos. Hemos dormido genial, no era de extrañar con el cansancio que arrastrábamos del día anterior. El único sonido que hemos sentido durante la noche es el canto del gallo a las tres de la madrugada.

Esperamos con impaciencia el desayuno, alguien ha dicho que hay frixuelos. Desilusión, los crepes han sido para los franceses que ya nos encontramos en Cuicocha, nosotros nos conformamos con pan, mantequilla, mermelada y un energético zumo de plátano. Mama Aida nos cuida, especialmente a Inés que aún no tiene la barriga asentada y come arroz con jugo de mora siguiendo sus instrucciones.

Todos los bártulos a la habitación de Patri, hoy no dormiremos aquí y necesitan hacer las habitaciones. Mama Aida disfruta con su negocio, se nota, lleva más de treinta años acogiendo a turistas, desde la época hippie. Como muestra nos enseña con orgullo los diferentes libros de visita con los que ya cuenta.

Con Mama Aida en la Esperanza
Al carro. Hoy nos acompaña Jose “El Puma”. Es el nieto de Mama Aida y será nuestro guía de apoyo para la ascensión del día de hoy. Por otra caleya empedrada alcanzamos una altura de unos 3.300 metros donde comenzará nuestra excursión a pie.


José "El Puma" nuestro guía al Imbabura


La subida se inicia por un sendero marcado. Delante de mi están Carlinos, Miguel y Paco, yo lidero el resto del grupo, no por ritmo, sino por lo estrecho del camino que impide que me adelanten. Le voy ganando terreno a Paco, algo le pasa.  Nos adentramos en un prau con hierba alta, la inclinación es muy grande. Paco no se siente bien, le están dando mareos y decide quedarse. Hoy son más de 1000 metros de desnivel y aún estamos al inicio. Durante el camino hemos encontrado chicos que bajan, más arriba divisamos más gente, las laderas del volcán se encuentran muy concurridas.










Una vez superada la dura cuesta llegamos al Mirador del Pajonal que está indicado por un gran cartel. Llego de con los últimos para no perder las buenas costumbres y veo como todos se están abrigando, se está poniendo frío.


Mirador del Pajonal
Comemos algo y proseguimos ya por la ladera de la montaña.  Entra la niebla. Pasamos a un grupo de chicos jóvenes ingleses capitaneados por un guía con rasgos indios que luce un buff del atlético de Bilbao. Es Raúl. Muy pronto nos volveremos a encontrar.

Atravesamos un collao donde sopla bastante aire, todavía queda bastante. Pasamos por un paraje llamado el Bosque de Polylepis (4.260 m), luego por el Bosque Encantado a 4.288 m hasta llegar a un punto donde debemos dejar los bastones, llega la hora de trepar.


Trepada hacia la cumbre
Se nota la altitud a cada paso que doy, la cabeza también se resiente. Rodrigo indica que progresemos pausadamente. Subimos hasta dos precumbres antes de llegar a nuestro objetivo. El GPS indica que nos encontramos a una altitud de 4.560 m.


Taita Imbabura
La cumbre está repleta de gente, un grupo de chicos de Otavalo acompañados por guías de la cruz roja. Contrastan sus playeros y vestimenta con nuestros equipos. Son novatos y están encantados con su hazaña. La parte más dura del viaje se ha superado, a partir de ahora a disfrutar y ahora toca celebrar la cumbre con los besos, abrazos y fotos de rigor. 
Juanjo escribe en un papel todos nuestros nombres y posteriormente lo quema, conjuro que nos garantizará buena suerte. ¿Cómo olvidarnos de Pako? En su honor entonamos eso de: “Esta cumbre es una puta mierda”.


El conxuro
Toca comer algo antes de acometer el descenso me decanto por una rosquilla que todavía me queda de Cuicocha, todo en el monte todo sabe mucho mejor. ¡Sopresón para Rodrigo!  Pepe saca jamón serrano.

Tras nuestra estancia en cumbre toca bajar, primero el destrepe que no presenta ningún problema y, posteriormente, una zona donde hay barro lo que hace la bajada muy incómoda, tanto es así que Rodrigo para a María cogiéndola de una pierna para evitar males mayores.

Detrepando

Cuando el terreno es más propicio me animo a cantar, estamos contentos, abajo podemos ver en la llanura la ciudad de Ibarra.

Ibarra desde las laderas del Imbabura
Llegamos al bus donde encontramos a Pako perfectamente recuperado y rumbo a la Esperanza donde conocemos "al gorila", otro guía de montaña y hermano de Rodrigo. Fotos de despedida y con tristeza dejamos a la gran familia de Mama Aida, de buen agrado hubiéramos compartido con ellos una noche más.

La gran familia de La Esperanza
Antes de dirigirnos, de nuevo, a Otavalo nos detenemos en el supermercado. Rodrigo tiene por delante la tarea de comprar provisiones para los días que pasaremos en el Refugio de Cayambe. Patri, Inés y yo le acompañamos, eso sí, sin voz, ni voto en todo el proceso mercantil. Otros Gecos no pierden el tiempo, tras realizar un somero cálculo, aquel de "más vale que sobre que no que falte" se surten de abundante cerveza para los días en altura. Rodrigo les indica que está prohibido transportar bebidas alcohólicas en el carro ... salvados por la campana, se trata de humor ecuatoriano.

Cenamos en Otavalo, en el restaurante Inti Huasi, la Casa del Sol. Sobre las mesas preciosas rosas naturales, por lo visto Ecuador es el primer productor mundial de estas flores. Nos ameniza la velada un flautista de música andina. Dani sucumbre y le compra un disco, en ese momento todavía no sabíamos que sería la banda sonora de nuestro viaje.

Inti Huasi

El menú es tomate relleno de aguacate, pollo, cerdo o pescado de río y como cierre un durazno, melocotón, con nata. Con la barriga llena llegamos al Aya Uma y nos vamos a dormir.

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