04 septiembre 2011

4 julio 2010 - Sueños truncados


2 de la mañana. María se levanta a comprobar el tiempo, está bueno, todos arriba. Nuestro objetivo de hoy es el Finserhorn.

Desayuno un batido de Cola-Cao y un trozo de bizcocho casero. He aprendido que al monte hay que llevar comida rica. Cometí el error en el pasado de controlar el peso en extremo y querer alimentarme a base de barritas energéticas y otras delicias similares.  Esta comida acaba aborreciéndose y el resultado es que acabas a medio alimentar y sin fuerzas.

Hay que encordarse, vamos a caminar sobre glaciar. Hacemos dos cordadas. En la mía: Dani, Juan y Pepe. En la otra María, Jose, Inés y Juanjo. Es la primera vez que me encuerdo y siento excitación por ello.

Montando las cordadas
Piolet en mano comenzamos la marcha. La nieve está asquerosa hundiéndonos a cada paso que damos. Vamos descendiendo por el glaciar. Delante de nosotros avistamos varias cordadas. Entra la niebla y vemos relámpagos.  Las cordadas que van por delante están dando la vuelta. Hemos descendido unos 100 m. Nos detenemos a deliberar. Pepe, Dani y yo volvemos. Juan se une al resto para seguir, simplemente por caminar un rato más, saben que el tiempo no dará tregua. A las seis de la mañana ya estamos, de nuevo, en el refugio y nos acostamos.

En el glaciar
Son las ocho. Llega Jose, está arrebatado, dice que habría sido mejor no salir y adelanta que mañana no irá al Jungfrau. Parece que la nieve y el tiempo han ido a peor. Se acuesta tapándose totalmente con el nórdico, acabose el nenu. En este momento Pepe y yo decidimos bajar a Grindelwald, no nos sentimos preparados para medirnos con La Doncella. Hacemos la mochila y nos despedimos del resto que están tomando algo caliente en el comedor. Nuestras caras deben hablar por nosotros.

Regresamos al Jungfraujoch por la pista de nieve del día anterior, me sienta bien el aire fresco. Hoy el panorama es totalmente diferente, con niebla y sin vistas. No obstante hay algo en el ambiente que lo hace muy agradable.

Jungfraujoch
La estación está llena de turistas, orientales para más señas. Un rápido paseo por la misma: restaurantes, cueva de hielo, terraza, miradores … Nos vamos, estamos cansados. El tren hoy luce banderas americanas, es cuatro de julio y le rinden este homenaje.

Ya en Grindelwald nos parece regresar de otro mundo. En el camping, ducha y ropa limpia, ¡placeres que da la vida!. El cambio de presión también ayuda a que nos sintamos mejor. Tengo un capricho, me apetece comer una bratwurst. En la calle principal encontramos donde nos sirven la salchicha acompañada de abundantes patatas. ¡Qué bien me siento!

Camping de Grindelwald
Tenemos toda la tarde por delante y bajamos a conocer Interlaken, ya dormiremos por la noche. Entramos por la calle principal, tiendas a ambos lados y bullicio de turistas. Aparcamos delante de gran hotel Victoria - Jungfrau justo al lado de un gran parque típicamente centroeuropeo. Caminamos la calle principal y alguna colindante. Nada de otro mundo. Lo más bonito es la zona donde hemos aparcado. Me decepciona el pueblo, esperaba más. Está claro que su fama se la da el enclave natural en el que se asienta.

De vuelta en el camping nos encontramos un par de chicos navarros con intención de hacer el Mönch y Jungfrau. Uno es, como diría Dani, un pro. Está haciendo todos los tres miles de Pirineos, guindilla pura.  El otro un pancho. Difícil vemos como se amoldarán allá arriba. De momento ha vencido el tranquilo y el primer día de aclimatación lo han hecho en el camping. Buenas noches, que tengáis suerte.

Ya en la tienda nos sentimos tristes, la montaña nos ha echado de su lado truncando nuestros sueños.

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