04 septiembre 2011

3 de julio 2010 - El Mönch: cara a cara con los gigantes

Desayunamos en el comedor del camping. En la tele un programa de gimnasia masculina capta mi atención, pues siempre ha sido un deporte que me ha apasionado. De repente cambia el escenario deportivo por un laboratorio. Tratan de explicar con ensayos físicos los diferentes movimientos de los deportistas. Jose flipa con semejante programación a estas horas tempranas y yo también. Siento envidia. Le pese a quien le pese culturalmente estamos a años luz, eso sí, seguro que aquí no disfrutan de Salsa Rosa.

El primer tren parte a las 7:17 h. Ataviados con ropa de alta montaña y "confortables" botas de plástico recorremos el camino a la estación de la parte baja de Grindelwald, Grund. De momento las mochilas viajan en la furgoneta de Juanjo hasta la estación, el resto de coches se quedan en el camping.

Ya en el tren nos rodean orientales, empleados de Jungfraujoch y algún montañero despistado. Nuestras mochilas enormes son un incordio general. Al final conseguimos acomodarnos. Ascendemos hasta el collado en el que se asienta la estación Klein Scheidegg. Nos apeamos para coger el tren rojo. Aquí las mochilas van en un compartimiento aparte, es de agradecer, ahora podremos hacer el viaje libres de carga. Por fin nos movemos hacia terreno desconocido, primera parada estación Eigergletscher. A través de la ventanilla Juanjo nos traza otra ruta al Mönch más dura que la normal y nos señala un refugio no guardado donde pasó noche hace unos años.



El tren se aboca a la negrura del largo túnel excavado bajo el Eiger y el Mönch. Sentados en cómodos asientos de moqueta roja miramos los documentales proyectados en modernos monitores sobre la gran obra de ingeniería que supuso la vía sobre la que nos desplazamos. La descabellada idea fue ideada a mediados del siglo XIX, pero hasta finales del mismo no se dio luz verde al proyecto. 9,3 km de túnel escavados con los medios de la época. Finalmente en el año 1912 fue abierta al público.

Nos detenemos, estamos en la estación Eigernordwand. Cinco minutos para pasear por la misma. Grandes ventanales, nos asomamos …. ¡estamos en mitad de la famosa cara norte del Eiger!. Por hacer un burdo símil es como si pudiésemos adentrarnos en el Picu  y a mitad de su cara oeste asomarnos. Siguiente parada, Eismeer, mar de hielo a nuestros pies. Última parada: Jungfraujoch. Aquí se acaba el billete. Fuera nos saluda la inmensidad del Glaciar Aletsch, el más largo de Alpes. Esta zona registra temperaturas muy frías lo que permite que los grandes glaciares aún tengan cabida. Juanjo, uno de nuestros expertos en la zona, nos señala el Aletschhorn en cuya cumbre ya dejaron huella sus botas. Es precioso.

Grosser Aletschgletscher desde el Jungfraujoch
Una pisanieves ha dejado una pista perfecta que nos conduce al Mönchhutte. Como siempre cierro el grupo, delante Jose parece un caracol transportando su experimento. Llegamos al refugio, hay prisa, se está haciendo tarde y amenaza tormenta. Según las informaciones que nos acaban de dar a las dos de la tarde. Rápidamente rehago la mochila y como algo, no quiero desfallecer. Otros optan por aceptar la bota de vino que nos ofrece un matrimonio español ¡eso sí que da fuerzas!

Repostando en el refugio del Mönch
En quince minutos desde el refugio estamos en la base del Mönch. Hemos venido a través de la nieve por un sendero perfectamente marcado. A partir de aquí roca. Hoy estreno las botas de plástico, prueba de fuego, por la nieve han ido perfectas, pero ahora no me fio de ellas en cuanto al agarre, son tan rígidas que no tengo sensibilidad en los pies. Progresamos lentamente, en algunos puntos la piedra está mojada y la pendiente obliga a utilizar las manos. Llegamos a un tramo de nieve, está paposa, seguimos sin crampones. Proseguimos. Dani y María encabezan el grupo, están ocultos detrás de un saliente de roca, les oigo gritar que hay que colocarse los pinchos. Miro a la izquierda: gran caída. A la derecha un buen sitio para descansar al abrigo de un muro de roca. Voy muy lenta, mezcla de mi ritmo habitual y de la altura que hace su efecto, estoy retrasando al resto y hoy no hay tiempo. Alpes no engaña y, aunque está totalmente despejado y hace un sol de justicia, la tormenta llegará. Decido quedarme en este punto a 3.700 m de altitud. El resto continua.

Encuentro una roca perfecta para sentarme y tomar el sol. Estoy fascinada por la amplitud del paisaje. El contraste del cielo azul con la nieve es alucinante. Mire donde mire estoy rodeada de gigantes y glaciares. Cierro los ojos embriagada por el ambiente ...

Imponente Aletschhorn (4.195 m)

Me muevo para acechar la arista que lleva a la cumbre, se ve gente que bajando ¿dónde estarán los Gecos? Baja una pareja, van encordados, me saludan al pasar. Poco después aparecen Juan y Pepe, se han dado la vuelta a 3.900 m, el tiempo se echaba encima y se sentían cansados. Jose, Dani, María, Juanjo e Inés continúan. Es medio día. Nosotros tres bajamos sin mayores complicaciones y ya en el refugio tomamos una merecida cerveza bajo un sol abrasador en la terraza.

Hidratando
A través del walkie llegan buenas noticas: cumbre en el Mönch - 4.107 m. El tiempo comienza a cambiar y la niebla va entrando. Estamos en contacto permanente con Dani, están bajando sin problemas. A las 16:00 h los vemos aparecer. Objetivo cumplido. Nos comentan que en la bajada han tenido que colocar cuerdas en un punto y que no ha sido demasiado fácil. Están radiantes.

Dani regresando del Mönch
Nuestro comedor es la entrada al refugio que también es utilizado para dejar los equipos de montaña. Así que cenamos entre botas, cuerdas y arneses rica pasta de cocción rápida.  Cada uno se dopa como puede o quiere para combatir el mal de altura. Yo soy fiel al Neobrufen. Nos vamos a la cama pronto que mañana “hay que madrugar”. La dulce Heidi, encargada del refugio, nos ha asignado una “very special room” sólo para nosotros ocho. La habitación está forrada de madera, tiene calefacción y ¡nórdicos!. Decididamente esto es otro mundo. Intentamos conciliar el suelo, sobre nosotros está el comedor, ruido de sillas constante y griterío, hay partido de Alemania del mundial. Comenzamos a comprender lo particular del dormitorio …

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