21 septiembre 2011

5 agosto 2010 - Los choleros


Duermo toda la noche del tirón, he vuelto a utilizar el saco sábana y la toalla del Decathlon, pues, sin querer, al acostarme descubrí el mundo que se escondía debajo de la cama. La lluvia también nos ha acompañado esta noche. Ya conocemos el excelente desayuno del Aya Uma. En esta ocasión no tiene el factor sorpresa, pero se disfruta lo mismo.

Hoy es nuestro día de descanso y está programada la visita a los mercados de Otavalo. Tiempo libre en el de Los Ponchos, nos vuelve a entrar la fiebre derrochadora: bufandas de alpaca, tapices, pulseras, carteras, láminas y como producto estrella los manteles … todos caemos en la tentación. Toño no cabe en sí de gozo, pero el resto le seguimos a la zaga.




Posteriormente al Mercado Tradicional Indígena que tantas ganas tengo de conocer. Está situado calle arriba, aproximadamente a dos cuadras. Comenzamos la visita por su exterior en la zona de la fruta y la verdura. El Águila compra uvas e insinúa ser el Dios Baco.



Entramos en la zona cubierta, carne de pollo y chancho dispuestos en los puestos sin ningún tipo de cámara frigorífica a la vista, flores de Ecuador, chocolate puro, elementos supersticiosos impregan al mercado un marcado "perfume".

Zona de superstición
Venta de pollos
Chancho

Teníamos previsto comer aquí, pero son las 12:00 h, estos horarios ecuatorianos nos matan, no son horas para almorzar y más después del desayuno que nos hemos metido. Convencemos a Rodrigo y accede a posponer el tema hasta llegar el pueblo de Cayambe, así que otra vez al carro.

En el bus se palpa la excitación que nos han provocado las compras, todos mostramos eufóricos las adquisiciones y, pronto, convertimos nuestros asientos en pequeños puestos ambulantes. En medio de esta agitación decidimos escuchar el disco comprado el día anterior, la música andina envuelve la cabina del bus, El Cóndor pasa como no podía de ser de otro modo. Al rato escuchamos nuestro gran descubrimiento musical, Los Choleros y su Déjenme Vivir la Vida. Toño siente la música en sus venas y baila desenfrenado en mitad del pasillo.




Ya en Cayambe almorzamos una rica sopa de acelgas y un plato de arroz, filete, huevos y ensalada. Podemos elegir el postre fruta o helado, éste último no tiene demasiada aceptación. Comparto mantel con Emilio quien nos confiesa que está encantado con el grupo, pues percibe el buen rollo que existe entre nosotros, podría contarnos mil historias de otros turistas ... ¡Qué razón tienes Emilio! Viajar de este modo es un auténtico lujo.

A la salida del restaurante nos presentan a dos nuevos guías: Pancho y Hugo "Oso" a quien su apodo hace honor. Todos juntos nos encaminamos al refugio del Nevado de Cayambe. El bus transita por una "caleya" empedrada. Las piedras del camino transmiten un traqueteo constante. Tras las ventanillas un paisaje de praos, paramos y alguna casa.



 Nuestro avance no es constante, pues en varias ocasiones hemos de detenernos a reparar la "carretera". Emilio está inquieto, teme por el vehículo ... 

Socavón en el camino
A una altura de 4300 m nos apeamos y comenzamos a caminar, eso sí, los petates viajan en pick-ups hasta el refugio. La subida es por una pista muy cómoda, hay ventisca y conforme ganamos altura la nieve hace su aparición junto con la niebla. Miguel ha decido cerrar el grupo y cuidarnos. A una altura de 4600 m nos encontramos con el Refugio de Cayambe en el que sólo pernoctaremos nosotros.

Refugio de Cayambe
Petates al hombro hasta la habitación que se encuentra en el segundo piso. En la estancia se siembra el caos: lío de colchones, excitación, fotos ... Una vez que hemos conseguido acomodarnos bajamos al comedor donde comienza nuestro tratamiento a base de mate de coca. Yo lo aderezo con miel, está muy bueno.

Llega el momento del reparto de material para lo que hemos decido no cruzar el charco con el nuestro. Nos prestan unos crampones semiautomáticos americanos, marca Lucky, junto con un piolet y un arnés que sólo se ajusta por un lado. Aprovecho para ajustar los crampones a las botas con la ayuda de Rodrigo, este es el momento y no cuando estemos sobre el glaciar.

¿Nuestro material de montaña? ;)
Rodrigo es hoy nuestro cocinero y su menú se compone de una sopa de champiñones, pollo con una guarnición de zanahoria, palmito, patata y fréjoles. Descubrimos la capacidad culinaria de nuestro guía.

Tras una charla de Rodrigo para clarificar ciertos aspectos del programa nos acostamos.

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