25 agosto 2011

1 julio 2010 - Grindelwald


Me despierto con ganas de seguir, consciente de que cada minuto que no nos movamos retrasará nuestra llegada a destino. Con las primeras luces reanudamos la marcha, por primera vez desde que salimos de Asturias existe fluidez en la conducción por la A7 francesa de tres carriles. Contactamos con Dani, ellos se han decidido por la ruta intermedia y están llegando a Bordeaux. ¡No les queda nada!


Medio día, llegamos a la frontera Suiza por Geneva. Epicentro actual de la ciencia mundial. El CERN está cerca  y, quizás bajo nuestros pies, el LHC. Me acuerdo de Patricia que ha sacrificado Alpes por la Ciencia. A escasos 100 m vemos una caseta de cambio y nos detenemos.  Los suizos no han entrado en el euro y necesitamos algo de calderilla. Recordando un paso anterior por el país sé que es necesario disponer de una tarjeta de validez anual para circular por las autopistas estatales. Preguntamos a la señora cincuentona de la casa de cambios que nos responde en perfecto inglés confirmando la necesidad de disponer de la viñete. Recogemos un plano y reprogramamos el GPS para evitar la autoestrade ¡grosso error!. Tras un tedioso callejeo por Geneva circulamos por una carreterita que bordea el Lago Leman por el Norte, preciosa, pero nuestra velocidad media no supera los 50 km/h. Hemos perdido más de una hora. El calor fuera es insoportable y como escolares sólo nos preguntamos cuánto falta. Cambio idea, directos a la autopista y a comprar la viñete ¡será por perres! Al final sólo son unos 30 €,  no hay que pagar en las autopistas y son fabulosas. Rectificar es de sabios.

Lago Leman
Antes de llegar a Bern nos detenemos a comer en un área de descanso, filetes del xatín de güelita,  sólo restan 2 horas. Buena carretera, bordeamos la capital suiza, no puedo evitar la pena que siento en pasar tan cerca de los sitios y no poder visitarlos, de repente ante nuestros ojos se abre el lago Thuner. La carretera discurre justo al borde mismo. Esbeltas montañas verdes emergen en derredor de este mar de agua dulce. Interlaken, ciudad entre dos lagos, el Thurner y el Brienz, queda a nuestra izquierda justo en el desvío que nos conducirá a Grindelwald donde llegamos a las 16:00 h.

Grindelwald presidido por el Eiger
Directos a la oficina de turismo, necesitamos conocer la previsión meteorológica para los próximos días e información sobre la montaña. Pequeña espera por una chica experta en el tema que nos desmitifica la dificultad técnica del Mönch y el Jungfrau, aunque este último no lo recomienda por la existencia de una gran grieta en la antesala de la cumbre y un elevado riesgo de caída de rocas. El día anterior los guías locales se han dado la vuelta. Como alternativa propone el Finsterarhorn. Sorpresa desagradable, el Jungfraubahn, tren que conduce al Jungfraujoch, cuesta 130 francos, unos 100 €.

31 grados, bochorno insoportable, estaba cantado, tormenta de verano. Los angelinos no debieron de mexar en meses. Sacamos nuestro lado burgués acusado por el estado de agotamiento y los calderos de agua que caen y nos decidimos por pasar la noche la Naturfreundehaus, albergue encantador en la parte alta del pueblo. No hay ganas de montar la tienda. Habitación en el último piso para los dos con vistas increíbles al glaciar y trato inmejorable de los dueños. Después de una ducha la perspectiva es otra y conseguimos preparar la mochila para los días de altura. El coche de Jose llegará sobre las ocho de la tarde y Juanjo & Cia un poco más tarde. Ya conocen nuestras coordenadas.
Naturfreundehaus
Al caer la noche una conocida furgoneta azul se aproxima por la sinuosa carretera que lleva al albergue. Caras familiares y cansadas: Juanjo, Inés, Dani y María. El tiempo ha escampado y pernoctarán en el camping junto con Juan y Jose. Se decide un cambio de planes, mañana día de transición y ruta de media montaña, la fatiga del viaje hace mella y para hacer un cuatromil es preciso estar a pleno rendimiento.

Nos dormimos contemplando el glaciar …

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