22 agosto 2011

2 de agosto 2010 - La laguna de los Dioses

Llueve durante la noche.

El comedor del Aya Uma está decorado con manteles, tapices y lámparas típicas de Ecuador, la estancia está llena de color y el ambiente es muy agradable. Aquí tomaremos el que será, sin duda, el mejor desayuno del viaje. Distintas variedades de queso y pan, miel, sirope de mora, huevos ... ¡casi reventamos!

Desayuno en Aya Uma
Parada técnica en Otavalo, tenemos que fotocopiar nuestro pasaporte siguiendo las instrucciones de Rodri, no entendemos el porqué, pero ya se sabe que donde manda patrón no manda marinero.

Tras un corto traslado, durante el que Rodrigo compra la comida para la excursión, estamos ante la Laguna de Cuicocha en un alojamiento llamado el Mirador. Aquí es donde dormiremos esta noche. Como la noche anterior ha llovido, las sábanas aún están húmedas y no tienen las habitaciones preparadas. Al menos las lavan, pienso, mirando con recelo las sábanas estampadas de flores en los tenderos. La solución es dejar todos los bártulos en la habitación cinco y vuelta al bus que nos lleva hasta el punto donde comenzaremos a andar.

Laguna de Cuicocha desde el Mirador
Nuestro primer día de caminata consiste en rodear la laguna, el recorrido nos llevará unas cuatro horas con paso tranquilo y no salvaremos más que unos 300 metros de desnivel. Estamos a una altura de 3.500 metros y en fase de aclimatación. Rodrigo ha pedido ayuda a los guías del Geco. Carlinos irá a mitad del grupo y Juanjo lo cerrará. Miguel se adelanta, necesita correr, ha estado muchos días inactivo y su cuerpo se queja, necesita prau.

Al inicio de la marcha nos acompaña una tenue neblina. Avanzamos por un sendero marcado rodeado de una vegetación que nos sorprende, en esencia parece que nos encontremos en Asturias, pero al reparar en cada planta de forma individual apreciamos la diferencia. Felipe disfruta como un enano, está en su salsa. Llegamos a un punto donde debería verse en la laguna, la bruma caprichosa no lo consiente. La Pachamama, término quechua para la Madre Tierra, no quiere dejarse ver en su plenitud, pero a cambio nos regala un ambiente digno de meigas. Aparecen las primeras cuestas, el camino presenta unos travesaños de madera a modo de escaleras, es muy cómodo. El parloteo cesa, la subida unida a la altura hace mella en nuestra respiración y al final recibimos nuestra recompensa: las nubes levantan y gran cráter volcánico de la Laguna de los Dioses con sus dos islotes se muestra ante nosotros.


Gecos en Cuicocha
En nuestro camino dejamos a un lado varios quioscos circulares deteniéndonos en que está situado más alto para comer.  Al fondo, intuimos una gran montaña, es el volcán Cotacachi y supera los 5.000 metros. Sentados en círculo en los asientos de nuestro improvisado comedor degustamos plátanos, sandía y pepino dulce, la fruta es muy sabrosa. El día anterior había comprado una empanadilla de queso en Otavalo, aprovecho para probarla. A todas luces la comida suministrada por Rodrigo es insuficiente para un grupo de fornidos montañeros como nosotros. A partir de aquí, sólo nos resta bajar. Según bordeamos la laguna va cambiando la perspectiva que tenemos de los islotes y del canal que los separa. Periódicamente una barca rompe la quietud del agua. El paisaje es fascinante. Naturaleza en estado puro.



Llegamos a la carretera, casi hemos completado el circuito y nos detenemos en la terraza de un edificio con vistas privilegiadas. Es el centro de interpretación de la Reserva Ecológica Cotocachi Cayapas. Dentro nos encontramos con diversos carteles informativos sobre las peculiaridades de la zona. Dejamos constancia de nuestro paso por el mismo en el libro de visitas y Carlos aprovecha para promocionar su blog indicando un “Serbal was here”.


Centro de interpretación Cotocachi Cayapas
Carretera abajo llegamos al embarcadero desde el que parte la barca que hemos divisado durante todo el día y a la que dentro de un rato nos subiremos. Sobre el mismo existe un complejo hotelero y varios puestos de baratijas enfocados al turismo. Me compro una pulsera trenzada de hilo amarilla y azul, hay que hacer patria.

Un corto tramo de empinado camino y llegamos al Mirador. El círculo se ha completado. Me toca la habitación 5, así que no tengo que mover bultos. Nos duchamos a la velocidad de vértigo. Miguel ha pactado con el barquero la salida y ésta será inmediata. Bajada supersónica por el camino y entre risas Miguel confiesa que era broma, que aún tardaremos un poco en partir. Nuestro espíritu consumista es insaciable y volvemos a los puestos.

Todos al barco con nuestro chaleco salvavidas. Además de los Gecos nos acompañan unos alemanes. Zarpamos. La agradable brisa, junto con el sol del atardecer hacen que  el trayecto sea muy placentero. El panorama desde el agua es diferente,  los acantilados son más grandiosos desde aquí. Vuelvo a sentir la inmensidad de la Pachamama.

La barca se detiene contra los juncos de uno de los islotes, el barquero insinúa una falta de combustible, típico chiste orientado a turistas. Comienza a explicarnos que nos encontramos en el cráter de un volcán que colapsó, si nos fijamos podemos observar pequeñas burbujas que proceden del fondo, son emisiones de azufre. Dos opciones para la vuelta, a través del Canal de los Ensueños o rodear el otro islote. No hay dudas, al canal que está más cerrado por los juncos de lo que pensábamos. Al llegar a tierra directos a tomar un canelazo, bebida con base de aguardiente y sabor a canela que se toma caliente. Estamos contentos.


Canal de los Sueños
Cenamos en un edificio que parece a medio construir al ser su fachada de ladrillo sin lucir. Paco y Miguel están desatados, en general todos destilamos alegría por los poros. Nos ofrecen sopa, pollo y plátano frito. Otra cosa que vamos aprendiendo: todas nuestras comidas se compondrán de una sopa, un plato fuerte en el que no falta el arroz y un postre. En la mesa de enfrente un grupo de franceses. Choca nuestro griterío frente a su tranquilidad. Llega un momento que comienzan a cantar, consiguen que nos callemos y que nos rindamos a la evidencia, en este aspecto no podemos competir con ellos. 

Cuando salimos fuera el cielo se ha llenado de estrellas. Se ve un astro brillante que pudiera ser Júpiter, recuerdo la cena de despedida en Asturias ... Antes de acostarnos nos quedamos de tertulia delante de las habitaciones. Ha sido un gran día.



Me acuesto dentro del saco sábana y con la toalla del Decatlhon en la almohada, las sábanas floreadas que tiene la cama no me generan confianza. No me gusta la habitación, está sucia, incluso se mantiene la ceniza la chimenea. No puedo explicarlo, pero me siento intranquila, malos presagios …

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