22 agosto 2011

30 julio 2010 - Cruzando el charco

Km 0 de nuestra gran aventura: estación de Alsa (Gijón).  Atrás quedan compras de material, excursiones de entrenamiento, cambio de divisas y otros preparativos.

A la 1:00 h parte una avanzadilla de 4 Gecos para tomar un vuelo directo, Madrid-Quito, con la aerolínea chilena LAN en código compartido con Iberia. El resto del grupo deberá de esperar unas horas para disfrutar del placer de volar con Santa Barbara Airlines vía Caracas. El inicio de viaje será en el Alsa nocturno, Supra Economy, que nos ha de llevar a la moderna T4 de Barajas. En la estación de se presenta una inesperada comitiva de despedida. Siempre hace ilusión. Es casi la una.  Rápida despedida, ¡nos vemos pronto!.

Nos acomodamos en las confortables butacas del autobús, tres por fila. Comenzamos a movernos, ya no hay vuelta atrás, la etapa uno está en marcha con los cuatro componentes esperados. En mis planes está el pasar la noche en vela, quiero llegar extenuada al avión para dormir todo el vuelo. Todo el mundo duerme, oscuridad, fuera las grandes llanuras castellanas, no hay peli, el bus es demasiado cómodo … Sobre las 6:30 h entramos en Madrid; Moncloa, Princesa y Méndez Álvaro. Última parada aeropuerto de Barajas, puntualidad inglesa, son las 7:15 h. Facturación con éxito, nos hemos ajustado a los 23 kilos permitidos.

El peso justo
Nuestra puerta de embarque es la U63 que está situada en la terminal satélite por lo que tomamos el tren subterráneo que nos conduce a la misma. Embarcamos en el Airbus por la puerta delantera observando con envidia los lujos de la zona Bussines. A Felipe le toca casi ventanilla y una compañera de vuelo que intenta convencerlo de la experiencia inolvidable que sería volar con su mochila, ya dispuesta en los compartimentos de equipaje superiores, bajo sus rodillas. Felipe esquiva elegantemente la invitación y su vecina decide acomodarse en su asiento junto con dos maletas. A las 12:45 h rugen los cuatro motores del avión mientras nos desplazamos por la pista para tomar impulso, el morro alza la vista al cielo y despegamos. Sólo un cuarto de hora de retraso, de momento Iberia no nos falla.


Vuelo a Quito
He tomado media pastilla para intentar dormir siguiendo estrictamente las recomendaciones de la doctora del Geco. La medicina no surte ningún efecto y consigo, apenas, dormitar media hora de las once que completan el vuelo. He matado las horas comiendo, leyendo, con crucigramas e incordiando a los compañeros. Termina la sesión de cine y las pantallas cambian al modo de navegación, quedan tres horas para aterrizar y bajo nuestros pies ya se encuentra continente americano.


Sobrevolando América
Última comida a bordo y el personal comienza a impacientarse, la mayoría son inmigrantes ecuatorianos en España y se palpa la excitación que sienten en poder a ver a los suyos después de tiempo. Nosotros nos unimos a la algarabía popular y nos enfundamos las camisetas azules de la “Expedición Volcanes Ecuador 10”, a nuestro alrededor varios anfitriones nos explican las virtudes del país que estamos a punto de visitar, abajo una gran masa forestal impenetrable lo cubre todo. La tripulación nos entrega los formularios de aduana. Pequeña mentira en cuanto a la introducción de alimentos,  hay que arriesgarse, el jamón es esencial para la conquista de las cumbres.

Luciendo camiseta
El avión toca suelo quiteño, Aeropuerto Mariscal Sucre, a las 16:30 h, aplausos y un grito de ¡Qué viva el Ecuador! Hemos tenido que bordear un volcán activo en Colombia que no ha conllevado más que unos minutos de retraso. Control de pasaportes, revisión de equipaje y fuera nos espera la sonriente cara de un viejo amigo de Felipe.

Nuestro avión
Abusando de una hospitalidad que no merecemos consentimos que nos traslade al hotel. Por un momento desaparece para saldar la deuda del parking, nosotros observamos con ojos curiosos cuanto nos rodea, estamos a 2.800 m de altitud rodeados de “colinas” plagadas de construcciones bajas. A nuestro lado revolotean niños limpiabotas.
Nos detenemos, ha costado llegar por la circulación caótica del centro histórico donde está situado nuestro hotel, San Francisco de Quito. Decidimos no salir esta noche, estamos cansados y el cambio horario hace su daño.
 
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