22 agosto 2011

31 de julio 2010 - Quito

La luz se introduce en la habitación por la claraboya que existe en el techo: son las seis de la mañana. Las horas de sueño han sido reparadoras y tenemos ganas de comenzar con nuestra exploración, así a las siete ya estamos de paseo por el centro de Quito. La ciudad está desierta, no están puestas ni las aceras, ni rastro de las tiendas y bares bulliciosos que atisbábamos ayer a través de las ventanillas del coche. En cinco minutos llegamos a la Plaza de la Independencia, en una esquina se encuentra la Oficina de Información Turística. Cerrada.  Regresamos al hotel en la calle Sucre para tomar nuestro primer desayuno ecuatoriano: jugo de tomate de árbol, huevos revueltos, bollos con mermelada y mantequilla y café.

De vuelta a la calle la ciudad ya da muestras de estar despertando. Un local llamado el Túnel sirve para probar un milhojas made in Ecuador que nos comemos mientras caminamos por la a famosa calle de las Siete Cruces para alcanzar, por segunda vez en el día, la céntrica Plaza de la Independencia jalonada por el Palacio presidencial y la Catedral entre otros.

Plaza de la Independencia (Quito)
Seguimos hacia delante, han llamado nuestra atención las dos esbeltas torres al cielo del edificio que preside el horizonte, se trata de la Iglesia del Voto Nacional. Al paso que nos impone la fuerte pendiente de la calle contemplamos la maniobra de un autobús, cargado de turistas, que se ha encontrado con imprevistos al girar la esquina.

Iglesia del Voto Nacional
Llegamos a la explanada de la que, a nuestros ojos europeos, sería la catedral de la ciudad y compramos los boletos para acceder a las torres seguros de que las vistas no nos decepcionarán. Nos acompaña durante la visita un guía y dos asistentes en prácticas que nos ofrecen subir en ascensor, invitación que declinamos. Estamos en una iglesia moderna de estilo francés, neogótico, con planta en cruz latina y todavía inconclusa. Nos detenemos ante el rosetón, es precioso, en él están representados lirios y orquídeas, no en vano, existen más de 3.000 variedades en este país. A su lado ventanales carentes de vidrieras y protegidos por un cristal convencional.

Subimos a la torre de atrás, los escalones son muy inclinados y casi tenemos que trepar. Nos enteramos que nuestro guía ha hecho sus pinitos en la montaña contando entre su colección de cumbres con el Cotopaxi y el Chimborazo, ya nos ha ganado el corazón. Las vistas de Quito son excepcionales y podrían ser aún mejores si se disipara la niebla existente en la lejanía y que permitiría ver en todo su esplendor el Cotopaxi y otros volcanes andinos.

Centro histórico de Quito
Bajamos de esta torre y cruzamos a través de una pasarela improvisada de madera por el techo de la iglesia, el guía aprovecha para indicarnos que las gárgolas de la basílica presentan figuras de animales como caimanes, tortugas, monos típicos de la rica fauna ecuatoriana de las famosas Islas Galápagos. Más escalones y al fin coronamos la torre Norte, ¡nuestro primer tres mil!. El premio todo lo que pueden divisar nuestros ojos. 

Destrepe Torre Norte
El guía insiste en que visitemos en cementerio presidencial. Éste está bajo el patio en una cripta subterránea, se trata de dos largas hileras de tumbas elevadas. En la actualidad se encuentran casi todas vacías. En el fondo de la estancia un gran cóndor, símbolo nacional, y un atril desde el que, sospecho, se darán discursos muy solemnes. La estancia es bastante tétrica y lúgubre.

De vuelta al centro nos entretenemos en visitar diversas iglesias de la calle de las Siete Cruces, entre la que destaca la Iglesia de la Compañía, joya de la arquitectura quiteña, con fachada de estilo barroco y cubierta de pan de oro en el interior.


En nuestro deambular atravesamos la Plaza de San Francisco que se encuentra colmada de sillas dispuestas para algún festival y en un lateral se alza la Iglesia del mismo nombre para llegar a la calle La Ronda que visitaremos con asiduidad en todas nuestras pernoctas en la ciudad. 

Calle La Ronda
Comida en restaurante de esta calle. Estamos solos en un salón, son más de las dos, hora intempestiva para comer según las costumbres locales. Comienza el desfile: jugos de mora, guanábana y cerveza nacional que acompañan a las empanadas de verde, ceviche, fritada, corvina y camarones al ajillo. Gran comida y tertulia posterior, cuando nos levantamos son más de las cinco y sin muchas ganas.

El siguiente objetivo es subir al Panecillo en cuyo punto más alto se encuentra una estatua con una figura de la Virgen María alada que a todos nos parece un tanto macabra. Son casi las seis, en poco tiempo será de noche y tendremos una impresionante vista nocturna de la ciudad. Una de las peculiaridades de encontrarse tan cerca del paralelo cero es que el día y la noche tienen una variación en su duración casi imperceptible durante el transcurso de todo el año, así como la rapidez con la que amanece y anochece. Hay atasco durante la subida, parece que este hecho no es corriente, algún acontecimiento debe de provocarlo. Al rato entendemos la causa de la retención, es una procesión de enmascarados danzantes. Ya arriba tira la brisa, la noche ha caído totalmente y millones de luces, hasta donde la vista alcanza, nos indican la magnitud de la ciudad que tenemos a nuestros pies.

Quito nocturno
Regresamos al hotel, noticias difusas en la recepción, el resto del grupo no llega, su vuelo se ha cancelado. Nos miramos con perplejidad, no entendemos nada. Con la incertidumbre de saber dónde andarán los Gecos vamos a cenar.
Nos decidimos por un restaurante de nombre "Hasta la vista señor" y en conferencia telefónica con Dani nos informa que están todos en Caracas: retraso en la salida en Barajas, parada a "echar gasofa" en Isla Margarita han hecho que a las 10:00 h todavía se encuentren en suelo Venezolano. No obstante, mantienen la esperanza de que exista un avión con destino a Quito esa misma noche.
Más tranquilos cenamos lomo, filete de res empanado regados con jugos de piña y cerveza local.
A las 2:30 h me despierta el sonido del móvil, es Dani ¡Ya están en Quito! Finalmente a las 3:00 h podemos abrazar a los Gecos en el hotel. Ahora a dormir, mañana a la luz del día las peripecias del viaje se degradarán a una simple anécdota.

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